La vida siempre pasa igual en estos pueblos, las
cosas casi nunca son interesantes, todos los días son iguales y no hay con
quien hablar sobre literatura y actualidad. Juan, un hombre caribeño, bohemio
de 38 años. Él, un empedernido escritor de canciones, tomador de whisky y
enamorado de las parrandas. A su edad, un hombre soltero, con tres hijos, de
tres mujeres distintas. Por todos respondía de igual manera, su trabajo en el
campo le servía para sostener tres hogares y atender a igual número de mujeres.
En sus años de juventud, sus padres lo enviaron a
estudiar lejos del pueblo. En medio de la gran ciudad, conoció la poesía, la
literatura y la música. Allá, en medio de los clubes, teatros, parques y
centros culturales, rodeados de intelectuales y de candentes discusiones de los
temas de la ciudad y retos del mundo moderno, se hizo abogado.
En una tarde de agosto de 1994, Juan fue invitado
por Luis, su gran amigo de noches de discusión sobre Aristóteles, Marx y
Platón, a un evento de literatura moderna. Ese día, escritores europeos
mostrarían sus nuevas creaciones literarias. Francia y Alemania eran los países
invitados durante el evento.
Juan en medio de un dolor de cabeza, que al parecer
era fruto de los tragos de aguardiente que tomó la noche anterior, dijo no
estar interesado en asistir.
- El cuerpo me pide un poco de
descanso, ya son tres días de parranda y necesito comerme un buen sancocho y
seguir durmiendo hasta mañana, sentenció Juan.
Luis, que era lector de los cuentos de García
Márquez, utilizaba sus historias para entre chanza y chanza, predecir el
futuro. Ya en varias ocasiones había pronosticado cuando iniciarían los
aguaceros de mayo, el ganador del mundial de ese año en Estados Unidos y otros
tantos eventos y accidentes que ocurrieron en el pasado, le convenció
fácilmente con una tocada de mano fácilmente de asistir al evento.
- Si
miras esa línea delgada que une tu dedo pulgar con el índice, eso quiere decir
que el domingo 14 de agosto de 1994 es tu día, bien sea, en la noche de hoy,
pasará un suceso que te marcará la vida, dijo Luis. Conocerás a una mujer, que
te va a cambiar la existencia.
Juan levantando una ceja, cerrando un ojo y
haciendo morisquetas con la boca, le dijo:
- Ya vas tu con tus cuentos, no me
gusta que afirmes con tanta seguridad las cosas porque siempre se cumplen.
- Créeme,
yo no me equivoco, si algo aprendí del gitano Melquiades, fue a leer el futuro.
Eso sí, ten cuidado porque esa mujer, te puede hacer perder tu vida parrandera.
- Oye,
si eso es lo que estoy buscando yo, una mujer que me haga coger juicio, ¡vamos
para allá!
Como hoja que lleva el viento, se levantó de la cama,
se puso unos jeans nuevos, una camisa de cuadros rojos, una chaqueta negra y la
loción que le dio el abuelo para las noches de conquista. Una loción María
Farina, traída de Aruba, que dejaba el olor prendido hasta tres calles después.
Espera pronto la segunda parte
0 comentarios:
Publicar un comentario