sábado, 12 de diciembre de 2020

LLEGÓ LA HORA DE ACEPTAR LA PAZ.

  LLEGÓ LA HORA DE ACEPTAR LA PAZ.


En Colombia, como ningún otro país en el mundo, se puede decir que somos profesionales en hacer proyectos de procesos de paz. Con la entrega del Nobel de Paz al expresidente Juan Manuel Santos Calderón, se nos hizo entrega del diploma que nos certifica como “Doctores en Paz”, la máxima autoridad del mundo. Con este “certificado” se aseguró que el fin del conflicto con las FARC.

Fue un camino de ensayo y errores, aunque, solo se premia el proceso de paz con las FARC, en Colombia se han llevado a cabo al menos 5 acuerdos de paz en la historia reciente y no se ha logrado acabar con la guerra. Se logró desmovilizar desde guerrillas de extrema izquierdas hasta grupos de extrema derecha. El M-19, el movimiento armado Quintín Lame, EPL y el PRT, las AUC y se espera que pueda volver a reunir en una mesa al ELN y al gobierno. 

Lo cierto es que, estos procesos no han logrado la reconciliación de los colombianos, habría entonces que preguntarse ¿los señores del Nobel vieron algo diferente en el acuerdo con las FARC? ¿si se cumplió con las condiciones para la Paz? ¿Pasará a la historia como otro fracaso más de Estado colombiano?

Ya la historia reciente de Colombia nos ha demostrado que el tema de la reconciliación no es fácil, nos ha demostrado que los procesos que se han firmado han creado poca o ninguna hora de paz a las regiones. Es tan sabia la historia, que siempre nos ha mostrado las razones por la cuales los procesos de paz no han funcionado y siempre ha sido las mismas: falta de oportunidades, falta de participación, falta de calidad de vida para los colombianos.

Muy a pesar de que el conflicto con las FARC es el primero en la historia en escuchar la voluntad del pueblo, el No fue la opción ganadora. El pueblo, en democracia ganó las elecciones (engañado o no) dio su opinión sobre en la refrendación de los acuerdos. La forma amañada como se le da fin al conflicto no fue la más adecuada. No podemos llenarnos la boca diciendo que la democracia es el camino cuando ganamos, pero cuando perdemos dejamos todo a un lado. Al pueblo se le debió nuevamente consultar en las urnas si estaba de acuerdo o no con los nuevos acuerdos y no pactar unos acuerdos exprés con las mayorías del congreso a favor del gobierno.

A todas estas, la etapa más crítica de los acuerdos hoy se está viviendo, líderes sociales muertos, no se ha logrado la implementación y el gobierno Duque hasta otro nombre le adornó, Paz con Legalidad. La Paz de Santos no contó con el consentimiento democrático, no tuvo consentimiento político; el pueblo aún no conoce los acuerdos, no los han leído; el pueblo aún vive en guerra, el pueblo nuevamente fácil de engañar y por lo esto la paz pierde legitimidad. 

Ya la historia lo ha demostrado y muchos muertos han quedado en el camino fruto de no hacer las cosas bien y al afán. Se le debe colocar un chaleco antibalas al acuerdo para que no sea permeable por la guerra.

En la nueva época de paz en Colombia, el Estado debe primar la inversión social, la presencia de autoridades en las regiones y empoderar a las gentes del proceso. No podemos seguir viviendo en un país divido, unos en guerra otros en paz. No pueden existir montañas de muertos por defender a las poblaciones y nos hagamos los de la vista gorda con los delincuentes de cuello blanco que roban de frente.

El Estado debe ser fuerte, crear políticas públicas que impacten y no sean paños de agua tibia que no tocan la raíz del problema. El Estado no debe ser creador de otras formas de violencia; no se pueden crear casas gratis sin brindarle a sus moradores un colegio, un hospital, un empleo cerca, vías de acceso, en fin, las condiciones mínimas de vivienda. No se puede agrupar a un montón de gentes, que fueron sacados de su hogar y dejarlas a su suerte en la ciudad.


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